"Bulling": todos hablan, pocos conocen
Pocos son los días que nos libramos de escuchar una noticia de un niño que se ha suicidado por la sucesión de varios ataques de sus compañeros del colegio, tanto físicos como psicológicos. Pero, ¿de qué nos sorprendemos?
"Son cosas de niños", "Yo eso también lo hice de jove, ¿tú no?" y todas las frases que oímos a diario para justificar un inicio de acoso entre niños, que no deja de ser un ataque a la integridad de la persona. ¿Dónde quedan los derechos de ese niño? Son tantos los derechos que esa persona no puede reclamar que, al final, él mismo decide terminar con todo. Entonces nos echamos las manos a la cabeza.
Me parece increíble que la sociedad en la que vivimos siga permitiendo estos comportamientos de autoridad-sumisión entre personas. ¿No somos los primeros en exigir nuestros derechos? Podríamos empezar por respetar los de los demás.
Me gustaría hacer una mención a una historia real. La mía en el maravilloso instituto.
Chica de 13 años entra por la puerta el primer día de instituto.
- Centro nuevo
- Personas nuevas
- Profesores nuevos
- Directiva nueva
- Los más pequeños del centro
A simple vista, parece que es un abanico de oportunidades. Sin embargo, no contamos con un factor: la crueldad de nuestros compañeros.
A día de hoy, una persona con buenas notas en una clase de nivel académico medio-bajo es el rarito de la clase. Esta persona querría seguir con su compromiso con el aprendizaje, pero surjen dudas, solo hay dos opciones:
- Ignorar a sus compañeros y seguir con el curso de su vida.
- Disminuir su rendimiento para sentirse integrado o para poder pasar desapercibido.
Una niña de 13 años que no está ni en su entorno, no se siente segura ni con fuerzas, decide claudicar. Ella disminuyó sus calificaciones de los exámenes, siendo consciente de que eso no estaba bien, pero así evitaría los ataques.
No contentos con esto, sus compañeros deciden pasar a una agresión física durante las horas de Educación Física. Ella no entendía nada. Solo porque no llorara cuando se le rompía una uña, ya era la rarita otra vez.
Día tras día, la niña volvía llorando a su casa y pensando en lo que había hecho mal, en cómo podría conseguir evitar esa situación. Los profesores se dedicaban a decir que "Eran cosas que han pasado siempre", cuando maduraran los chavales todo pasaría.
Llegó el día en que el director del centro vio llorando a la niña en el pasillo y llamando a su madre para que fuera a buscarla. Ya no podía más. Entonces, su director le pidió que se lo contara todo para terminar con esto. Ella dió el paso, dijo todos los nombres y todas las situaciones de ataques, de vergüenza, de soledad y de impotencia que había sentido.
¿Cómo creéis que siguió la historia?
Pues os lo diré. El director del centro me comunicó que iba a abrir un parte disciblinario a cada uno de los alumnos implicados de mayor gravedad, ya que no estaba dispuesto a hacerlo a todos los alumnos, no le parecían culpables de simples comentarios. De esta manera, pensó que me hacía un favor y que todo terminaría. Pero no fue así. Gracias a la actuación del directór, se creyeron superiores y eso les gustaba más. Fue entonces cuando, pasados varios veranos, me di cuenta de que esas personas que se dedicaban a hacerme daño creían tener poder sobre mí, pero era yo la que se lo otorgaba. Me empeñé en terminar mis estudios en ese centro porque ellos no eran quienes podían quitarme ese derecho, porque era mi derecho. Había muchos días malos, lo reconozco, pero los compensaba con los días en los que alguno se acercaba a pedirme los deberes y era yo quien decidía si dejárselos o no (claramente, no se los dejaba). En ese momento, empecé a ver envidia en los ojos de algunos.
Años más tarde, veo su evolución y la mía. No puedo estar más orgullosa de mi actitud su momento.
Sin embargo, ver a diario noticias en las que yo podría haber sido esa niña que decidió terminar con todo de una manera radical... ¿Qué queréis que os diga? Me da que pensar. La sociedad no evoluciona y la educación en casa tampoco. Si desde pequeños enseñásemos la igualdad, no tendríamos que lamentar estos sucesos.
Me encantaría transmitir este mensaje a todos los niños que se encuentren inmersos en este maldito pozo:
"Sigue luchando"
Lucha porque algún día verás todo lo que has conseguido.
Lucha porque tú eres el dueño de tu vida, nadie tiene el poder de modificarla a su antojo.
Lucha por tus ideales, tus sueños, tus hobbies, tus emociones.
Lucha por todos y cada uno de las personas que te quieren, créeme cuando te digo que no estás solo.
No contenta con tu lucha, sólo te pido una última cosa: No te calles. Cuéntale a tus padres, a tus amigos, a tu profesor más cercano, a quien quieras... lo que te están haciendo. De esta manera, no lucharás solo. Una persona no puede vencer a un ejército, pero con las personas indicadas a su lado puede salir victorioso de cualquier batalla.