Domingo de reflexión
Recibo diferentes puntos de vista sobre mi personalidad:
- Soy super abierta y expresiva.
- Soy hermética y no permito que nadie conozca lo que me pasa.
En mi opinión, ninguna de las personas que opinan eso tienen razón. Creo que nadie es capaz de ser las 24 horas del día expresiva y abierta, pero tampoco existe ninguna persona que no cuente ni lo que comió para merendar. Es una mezcla de ambas opciones.
Me gusta compararlo con las secreciones hormonales del día, más bien con el cortisol.
Una persona no es capaz de permanecer todo el día de una manera. No será igual un lunes que un viernes, ni en el trabajo o de vacaciones. Por eso quería hacer una breve mención a este tema, porque creo que la utopía sobre las personas felices, abiertas, extrovertidas... y todos los adjetivos positivos que os podéis llegar a imaginar, no existe.
Es por esto, que me gustaría dejar claro mi postura y es la siguiente:
Cada persona es un mundo, que está impulsado por una energía que le impulsa a convertirse en lo que es. Como la órbita de la Tierra, no es lo mismo encontrarnos en primavera o en invierno. Las circunstancias cambian cada día, ya que el Sol viene y se va, la Luna aparece al final y cierra el día.
Por lo tanto, no me gustaría que cayéramos en esa utopía en la que las personas tienen que estar siempre felices, siempre tristes, siempre gruñonas o siempre participativas. Debemos mirar a esa persona de una manera holística y valorar todas y cada una de sus circunstancias.