Elige cómo llegar a tu meta.

Cuando nacemos, todos solemos adquirir la educación a través de nuestros padres o tutores, pero en realidad, nuestra educación se suele basar (¡Ánimo a esos padres que intentan cambiar el mundo desde el nacimiento!) en acciones, errores y estereotipos ya fijados. En mi opinión, Disney hizo mucho daño ante todo este panorama.

Se supone que si eres chica, debes buscar a tu príncipe azul pasando una serie de calamidades que ni tu propio príncipe azul soportaría. Lo mejor viene después, cuando dice "vivieron felices y comieron perdices", porque es ahí donde empieza todo. 

Los chicos se dedican a luchar contra dragones y seres mágicos para impresionar a la señorita.

Vamos, que al final, aunque sea muy chocante, todos vamos a acabar en el mismo sitio: bajo tierra.

Por eso, no busques un final feliz de Disney, porque tu final feliz puede ser completamente diferente al mío y al de la bella durmiente o Robin Hood. Yo creo que los finales no se deberían valorar tanto como los instrumentos que has utilizado para llegar a ese objetivo. Por ejemplo, tú puedes ser millonario y no haber hecho nada en tu vida, simplemente por casarte con alguien que ya poseía ese dinero ya lo eres, o bien, puedes estudiar, trabajar, esforzarte y, cabe la posibilidad, de que llegues a conseguirlo.

Desde mi punto de vista (aunque nuevo y bastante contenta con él) quiero quedarme con los que se esfuerzan, los que realmente quieren algo y luchan por ello. ¿Acaso no tenemos todos un sueño? Ellos tratan de cumplirlo por activa y por pasiva, día a día, aunque llueva o haga sol. Esas personas son las que realmente tendrán la satisfacción de haber llegado a un lugar que se han ganado.

Por eso te propongo otro juego más (la verdad que no me canso de hacer cosas así): Coge hoja y papel. Escribe esos sueños que tenías de niño y persisten en tus noches de dormir a pierna suelta. Ahora piensa los escalones, uno a uno, que debes subir hasta la cima y escríbelos.

Bien, los tienes todos y por orden de prioridad. Ahora haz trozos de papel y en cada uno escribe un escalón. Pégalos en tu nevera y leelos cada mañana. Al pasar cada mañana por tu cocina, míralos y proponte uno de ellos. Cuando lo consigas (sin prisa pero sin pausa), rómpelo y quémalo. Si alguno de los papeles se te resiste, no te preocupes y pasa al siguiente. 

Al cabo de un mes, rompe todos los papeles que te queden y vuelve a empezar. Sé que has roto más de un papel ese mes... ¿qué te impide romper otros este nuevo mes?

Ánimo con ello y recuerda: Solo los que luchan consiguen lo que quieren y además se enorgullecen de ello.