Progreso
Después de un período de larga reflexión y ordenación de ideas, parece que ya empiezo a poder caminar sobre el asfalto sin pensar que sería mejor quedarme en la cama. A través de un método de reflexión que me enseñó una brujilla, he llegado a la conclusión de que las emociones que me paralizan son las siguientes:
- Angustia
- Inseguridad
- Miedo
- Dolor
¿A cual más negativa no creéis? Estas maravillosas sensaciones no me dejan ser yo misma. Se dedican a buscar el lado negativo de todo lo que hago, o incluso de lo que quiero hacer, sólo para obstaculizarme el camino hacia mis objetivos. Me hacen dudar entre lo que quiero, lo que siento, lo que puedo y lo que no puedo hacer. Pues hoy he decidido decirles algo:
- Quiero ser libre de elegir mi camino sin obstáculos. Si me equivoco, será una nueva lección para mi libro de la vida.
- Siento que en este camino no estoy sola, que yo misma soy la llave pero todos mis seres queridos me ayudan a encajarla para seguir adelante.
- Puedo hacer lo que quiera, soy capaz de todo aquello que me proponga y varias veces me lo he demostrado (aunque se me olvide). Nada es imposible ni para mí, ni para nadie.
- No puedo cambiar el destino, ya que todos nacemos con una fecha de caducidad y tarde o temprano nos iremos, unos antes que otros. Sólo tengo que intentar aprender a vivir con ello.
Por ello, he decidido hacer un cambio a esas cuatro maléficas palabras, serán las palabras prohibidas. Esas cuatro negativas, las cambiaré por otras cuatro que me transmitan justo lo contrario: fuerza, lucha y superación. Mis palabras elegidas al final fueron:
- Oportunidad: todo puede ser el comienzo de algo grande. Cuando somos niños, todo lo vemos como un mundo de opciones y oportunidades que nos llevan a diferentes aventuras, pero a medida que crecemos, cortamos esos hilos de confianza en nosotros mismos y permitimos que el miedo nos invada, es más fácil y sencillo para todos. Cuando las cosas nos causan miedo, nos paralizan y ni nos proponemos intentarlas. Esta es la parte negativa, pero si lo miramos desde el otro lado, hay algo ahí fuera que nos está esperando y está en nuestras manos superar esa barrera del miedo.
- Sencillez: a menudo nos sentimos vulnerables, decaídos y negativos. Solemos pensar que las cosas son mucho más complejas de lo que en realidad son. Tenemos que aprender a coger pieza a pieza el puzzle y a montarlo poco a poco, sin prisa pero sin pausa. De esta manera, escalón a escalón, llegaremos donde queramos.
- Libertad: el dolor en muchas ocasiones nos oprime y nos hace sentir insignificantes, como si no valiésemos ni una peseta... Pues ahora yo os digo que todos somos ENORMES y que si abrimos ese envoltorio que ni si quiera nos deja respirar, podremos abarcar una maravillosa cantidad de emociones que desde dentro del envoltorio son imposibles.
- Saltar: de esas veces que no sabes por qué, pero se te pone la piel de gallina. Notas un hormigueo por todo tu cuerpo y no entiendes por qué. No estoy hablando del positivo (amor) sino del negativo (angustia). En ese momento, un salto al vacío te ayudaría a desprenderte de esas hormigas y a poder volar libre junto con tu adrenalina. Esa energía que liberarías en ese momento es la que tienes que sacar de ti para quitarte esa sensación extraña.
Cada uno tiene sus propias palabras y su propia manera de afrontarlas. Todas las personas tienen temporadas malas y horribles, pero también buenas e increíbles. No debemos olvidar que somos una comunidad y que todos estamos interconectados.
Si tu amigo está mal, tú empatizarás con él y te sentirás mal. Si nadie corta esta cadena, el mundo se llenará de tristeza y no podremos salir de ella. Trata de buscar el lado positivo de las cosas, porque el lado negativo siempre estará esperándote.
