Rupturas.

Me considero de las personas que tienen el nivel emocional superior a la media, que cualquier acontecimiento puede provocarme subir al cielo o bajar al centro de la Tierra. No sé si esto es mejor o peor que ser una persona plana a la que no le afectan ninguno de los factores que hay a su alrededor y así puede seguir su vida con normalidad. Tampoco creo que sea necesario saber quien es mejor que otro porque todos, al fin y al cabo, somos únicos.

En este blog no pretendía tocar este tema, ya que no tengo ninguna experiencia grata después de una ruptura, pero creo que toca hacer alguna mención al problema que más dolor crea a cualquier persona indistintamente de su edad, sexo, religión, raza...: la ruptura de una relación sentimental.

¿Cómo una ruptura puede afectar a tu sistema, tanto físico como psicológico, y mandarte a la cama con una gripe o un dolor de cabeza inmenso? Bien, ante esto puedo decir algo de las experiencias que he tenido.

Comienzas una relación y todo es tan perfecto. Ambos parece que vais vomitando arco iris por donde pasáis, que sonreís sin motivos e incluso no controláis el reloj. Pasáis unos grandes momentos, una temporada magnífica llena de miles de historias que recordar. Eran otros tiempos. Te levantas con ganas de hablar con él, pues acababas de despertar de soñar con sus caricias y sus besos, a medida que pasaba la mañana todo te recordaba a él y la sonrisa no se te borraba y por las tardes intentabas estudiar pero todos los ejemplos que ponías en los ejercicios de tus deberes eran siempre indirectamente sobre él. Lo mejor eran las noches, horas y horas con el whatsapp diciendo tonterías porque no queríais iros a dormir, luego te levantabas con un cuerpo escombro, pero con la sonrisa y vuelta a empezar con el arco iris.

Pues bien, todo esto era la parte bonita de la relación que te encantaba recordar todas las noches cuando te ibas a dormir. Ahora viene la parte en la que discutís, en la que os decís muchas cosas que, en realidad, no pensáis pero que el momento y el estado en el que os encontráis os obligan a decirlas.

Llega el fantástico día, ese en el que uno de los dos decide rendirse. ¿Cómo pretende decirte que no quiere volver a verte si ayer estaba todo tan normal? ¿Cómo pudo abrazarte si pensaba apartar tu calor de su lado? Lógicamente, no entiendes nada. Todas las parejas tienen sus alti-bajos, pero ¿sabes cómo los superan? Juntos.

El gran problema es cuando la palabra "Juntos" ya no está incluido en el diccionario de la Real Academia de Vuestros Besos. 

Él te ha dejado, ¿qué vas a hacer ahora? Tienes dos opciones:

1- Meterte en la cama con millones de paquetes de pañuelos y comenzar la hibernación hasta el día del jucio final.

2- Meterte en la cama y pensar en todo lo bueno que te ha dado la relación, es mucho ¿verdad? Ahora mismo es cuando te derrumbas, cojes un paquete de pañuelos y decides volver a la primera opción. ¡ESPERA! Sigue conmigo que todavía no he terminado. Lávate la cara, sácate todos los mocos que te molestan en la nariz y respira profundo. Ahora piensa en todas las discusiones, en las veces que no te contestaba a whatsapp y sabías que lo había leído. Recuerda cuando te presentaba como un amigo porque no quería que nadie supiera que estábais juntos. ¿Crees que partiendo de todos estos factores negativos puedes coger impulso? Yo creo que sí. 

Desde mi punto de vista y las pocas experiencias que he vivido te diré que no es fácil, que la primera opción hay que pasarla y gastar muchos pañuelos, pero hay que intntar dejarla atrás. Eso no quiere decir que te hayas rendido, sino que estás luchando por cada día perder menos lágrimas. Por tener la sonrisa porque realmente te la merezcas y sea gracias a los logros que tú mismo consigues, porque el mundo está deseoso de que la saques a la calle e ilumines los días de lluvia.

Las rupturas son deprimerntes, dejes tú o te dejen a tí, pero eres tú el que decide si quiere pasar al modo ermitaño en la guarida o salir a la calle y afrontar la vida tal y como viene.

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